samedi 4 mars 2017

100- ¿Quién nos alimentará?

¿QUIÉN NOS ALIMENTARA?

Dedico este simbólico artículo nº 100 a todos los agricultores que trabajan duro para que la sociedad que les rodea disponga de alimentos abundantes, sanos y buenos.

Picture: http://www.newsprepper.com/wp-content/uploads/2015/12/1-160.jpg

Por el título “¿Quién nos alimentara?”, Marjolaine Turcotte, agricultora de Sainte-Famille, en Quebec, la “Bella Provincia” francófona de Canadá, arrancaba un artículo (en francés) en la revista La Presse, en Junio 2016. (http://plus.lapresse.ca/screens/e29d8854-b9bf-4fb3-992f-b6ce15f9c10e%7C_0.html).
El artículo es aún más interesante que está escrito por una mujer, agricultora, que ha elegido convertir su finca a la agricultura ecológica.
Se encuentra en fase de transición, es decir que todavía no está certificada.
Durante un tiempo de 2 o 3 años (según el país), tendrá que cumplir con el protocolo de agricultura ecológica, recibirá numerosos controles para asegurarse de que está cumpliendo todo los puntos del protocolo, pero no tendrá el derecho de vender su producción con el sello de agricultura ecológica.
Al cabo, y solo al cabo de este periodo de transición, tendrá el derecho de vender sus productos como de producción ecológica, y de sacar los beneficios económicos tan esperados.
Es sin lugar a dudas la fase más difícil para un agricultor, ya que debe aprender a producir de manera diferente, cumplir con decisiones técnicas que no domina bien todavía, y que pueden salirle mal, enfrentarse a riesgos de pérdidas de producción sin poder emplear los medios a los que estaba acostumbrado en producción convencional, pero sin tener el derecho de sacarle contrapartida comercial. Esta fase de transición puede ser difícil de pasar, hasta el punto que algunos pueden pensar en renunciar, a pesar de ayudas a menudo disponibles, como es el caso de este agricultor francés en fase de conversión, que no consigue unos resultados económicos suficientes y se encuentra al borde de la quiebra. (http://lexpansion.lexpress.fr/actualite-economique/le-blues-financier-des-agriculteurs-bio-si-ca-ne-se-debloque-pas-j-arrete_1880300.html)

Las observaciones de Marjolaine Turcotte son especialmente interesantes para que los no-agricultores entiendan un poco mejor lo que es una vida de agricultor, un poco mejor porque emplean plaguicidas, un poco mejor que nada nunca es todo blanco o todo negro, ni siquiera en materia de pesticidas, un poco mejor que la producción de alimentos es compleja, difícil, costosa, agotadora, y a menudo mal pagada.
Porque lo que expresa en este artículo tan bien escrito, es verdad para muchos agricultores, en agricultura ecológica o no, aunque el aspecto tiempo es aún más difícil en agricultura ecológica.

Elijo, como casi siempre, reproducir el texto integral, aunque no comparto todos los puntos de vista expresados.


“¿QUIÉN NOS ALIMENTARA?”

Después de la difusión de un video anunciando un futuro inseguro para el uso del herbicida estrella de la sociedad Monsanto, el Roundup (glifosato), sentía cierto malestar.

Una parte de mí solo podía alegrarse de ver este producto clasificado como “cancerígena probable” y prohibido por la Unión Europea ya no será aplicado por todos lados, como es el caso ahora, especialmente en los cultivos OGM. Pero sin embargo, la agricultora que me habita solo podía lamentar el drama que esta noticia podría representar por una gran mayoría de productores agrícolas.

El Roundup es una herramienta muy efectiva para controlar las malas hierbas a bajo coste. Si insisto en el coste, es que nuestra finca está en transición hacia el modo de cultivo ecológico. El glifosato es por consecuencia una herramienta que ya no vamos a emplear. Y esta primavera, nos estamos enfrentando a una cantidad impresionante de malas hierbas muy invasoras (grama, diente de león, acedera, trébol…).

Nos hemos remangado, hemos sacado las horcas, palas, azadas, guadañas, y hemos gastado horas. Y sudor. Y más horas. Y muchos esfuerzos. Y más horas aún…

Imagen: http://www.abbayedemaylis.org/content/uploads/2014/02/DSC1324.jpg

Lo hemos hecho con todo nuestro corazón, pero una parte de mí no podía evitar pensar: sería tan fácil hacer un Roundup.

Porque sabes, el tiempo cuesta caro. El tiempo que hemos tardado en arrancar las malas hierbas, es el tiempo de los enamorados. Es el de los amigos. Es el de la familia. Es el para uno mismo, para correr, hacer manualidades, leer, caminar con el perro. Es el tiempo de día, de noche, de fin de semana. Es el tiempo para descansar un poco también. ¿Cuánto cuesta este tiempo? No lo he calculado. Ni el número de horas ni lo que valen.

Lo que sé sin embargo, es que en el momento de vender mis hortícolas, me dicen que son caras. Me han preguntado, en un mercadillo, si eran de oro, mis zanahorias. En los sondeos de satisfacción de mis clientes, contestan que es caro…

Pues tengo una pregunta. Todas estas personas que aplaudirían a la prohibición del glifosato (o de cualquier otro plaguicida) ¿estarían dispuestas a pagar más por unas hortícolas producidas sin la ayuda de esos productos “salva-tiempo”? ¿Estarían dispuestas a ayudar a quitar hierba en nuestros campos? ¿A extender y recoger las mallas anti-insectos, día tras día? ¿A asumir con los agricultores las pérdidas provocadas por las plagas y las enfermedades? Probablemente no…

Imagen: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/54/4d/43/544d43f9df763525441cd0e57da11a6b.jpg

UNA REFLEXIÓN COLECTIVA
Si se quiere eliminar esos productos de la agricultura, es toda la sociedad que tendrá que seguir y cambiar. Se da sin contar para la investigación para encontrar una solución contra el cáncer, pero se niega el pago para alimentos exentos de productos cancerígenos. Se consideran los alimentos como cualquier otra mercancía, cuando es el carburante que le entregamos a nuestro cuerpo.

Cuando los productores como nosotros habrán tirado la toalla, abandonado sus horcas, azadas, mallas y palas, ¿Qué quedara para alimentarnos? ¿Multinacionales de la alimentación, que también tendrán participaciones en la sociedades farmacéuticas? ¿Estaremos alimentados por las mismas sociedades que también nos proveerán en medicamentos (al precio fuerte) y para las cuales habremos financiado nosotros mismos la investigación?

Desgraciadamente no tengo soluciones que proponer. Pero creo que una buenas reflexión colectiva está por hacer…”


Sabes, porque ya lo he escrito en varias ocasiones, que no soy un simpatizante el ecológico como ideología, especialmente porque no estoy de acuerdo con el fondo: todo lo que es natural no es bueno, y se usan en ecológico productos tóxico y contaminantes, claramente peores que sus equivalentes de síntesis.
Pero tengo el mayor respeto por los agricultores ecológicos, que tiene que producir y vivir con menos medios que los agricultores en producción integrada o en producción convencional. Tiene  los mismos problemas, pero no disponen de las mismas soluciones. Los precios de venta supuestamente compensan, pero no es siempre el caso.

Donde comparto totalmente su opinión, es en la importancia, y la urgencia, de una reflexión profunda y exhaustiva sobre el funcionamiento de la distribución de los bienes, especialmente los alimentos, en nuestras sociedades llamadas “avanzadas”.
¿Es normal y aceptable que el consumidor pague entre 5 y 10 veces el precio cobrado por el agricultor?
¿Es normal y aceptable que el productor entregue a menudo sus productos sin conocer su precio de venta?
¿Es normal y aceptable que el productor reciba a menudo una liquidación (un precio) inferior a su costo de producción?
¿Es normal y aceptable que la agricultura, base de cualquier economía, ya que es la producción de alimentos y de materias primas, sea en tan mal estado, que los países ricos la tengan que subvencionar, y que en los países pobres, los agricultores sean entre los más pobres?

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Algo funciona muy mal en nuestro planeta, y no se trata de contaminación o de salud.
Se trata en primer lugar de elecciones políticas que ponen en el último lugar los que no se expresan ya que trabajan demasiado duro y son a menudo resignados frente al poder de la Naturaleza y frente a su propia impotencia frente a la Administración, la prensa y la sociedad.
Vivimos en un mundo de fanfarrones y de mentirosos, en el que el que gana es el que grita más fuerte, en el que se glorifica y se recompensa el juego, la apariencia, y los estragos, pero en el que se penaliza el trabajo, la honestidad, le ética, el respeto, la discreción.

Gracias Marjolaine por este bonito texto, y mucho ánimo en tu difícil elección de conversión al ecológico.

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